Palacio de Justicia de Estrasburgo, Francia, 2017

Desde el Puente de la Fonderie, el Palacio de Justicia de Estrasburgo aparece en su aspecto original, tanto desde un punto de vista morfológico como histórico. Desde la entrada del nuevo edificio, el usuario tiene la percepción de un espacio extremadamente luminoso, de un espectáculo de la luz transmitida a través la fachada de cristal que da al jardín interior. La claridad, la transparencia y las correspondencias entre las series de espacios aportan apaciguamiento y cierta solemnidad.

Dos elementos mayores dan al proyecto calidad formal y espacial. Se trata del patio creado en el corazón del Palacio y del volumen enteramente nuevo que acoge todas las salas de audiencia. Una secuencia particular – Sala de Pasos Perdidos, patio interior, salas de audiencia – se inscribe en el edificio devolviéndole una lógica funcional.

Esta disposición central permite orientar directamente los flujos de público hacia el corazón del edificio, asegurando a la vez a ciertos flujos de usuarios la independencia de recorridos requerida. Cómo un diafragma entre la Sala de Pasos Perdidos y el jardín, una hoja de cristal cobija las circulaciones reservadas al público.

En las distintas plantas, espacios concebidos como galerías acristaladas alrededor del patio ofrecen una vista agradable y animada sobre el jardín interior. La composición contemporánea de sus fachadas se presenta como una premisa a una composición general que se desarrolla en la cubierta.

El diseño del nuevo ático propone devolver el equilibrio y la elegancia al coronamiento perimétrico del edificio. Los volúmenes que genera conciben un paisaje cuya silueta dialoga con las cubiertas inclinadas de la ciudad y cuyas paredes inclinadas reflejan los cambios de color del cielo. Unos pozos de luz aportan iluminación cenital a espacios como la sala del tribunal penal, la cafetería o la biblioteca. Este ático, de una cierta audacia formal, sienta las bases del respeto entre la expresión de una modernidad afirmada y el orden riguroso de las fachadas del edificio histórico.

Así la ciudad de Estrasburgo se enriquece con un nuevo hito urbano, a través de una imagen respetuosa con la inscrita en la memoria colectiva del monumento de Neckelmann.

Para que todo permanezca, primero es necesario que todo cambie.

Garcés – de Seta – Bonet Arquitectos